El acné y los efectos del verano en la piel

Durante el verano, nuestra piel sufre distintos cambios debido a factores ambientales. Uno de los más importantes es el aumento en la producción de sudor y grasa, especialmente en zonas como la cara, donde las glándulas sebáceas son más activas. Este exceso de grasa, junto con las células muertas que se acumulan en la superficie de la piel, pueden obstruir los poros y provocar la aparición de granos o brotes de acné. 

A esto se suma el uso frecuente de protectores solares. Aunque son esenciales para proteger la piel de los daños causados por los rayos ultravioleta, algunos protectores solares tienen fórmulas más pesadas o con ingredientes comedogénicos, lo que significa que pueden tapar los poros. Además, la exposición al cloro en piscinas o a la sal del mar puede alterar la barrera natural de la piel, dejándola más seca o irritada, lo que también puede desencadenar acné. 

Por eso, al regresar de las vacaciones de verano, es fundamental restaurar el equilibrio natural de la piel mediante una limpieza facial profunda y adecuada. 

La limpieza facial: el primer paso para combatir el acné 

Una rutina de limpieza facial es el primer y más importante paso para prevenir y tratar los brotes de acné. La limpieza adecuada ayuda a eliminar el exceso de sebo, impurezas y residuos de productos que se acumulan en la piel, manteniendo los poros limpios y reduciendo el riesgo de brotes. 

A continuación, te damos algunos consejos clave para mantener una limpieza facial efectiva después del verano: 

1. Limpieza diaria con un producto adecuado

El primer paso es usar un limpiador facial adecuado para tu tipo de piel. Si tienes piel grasa o propensa al acné, opta por productos que contengan ingredientes como ácido salicílico, que ayuda a exfoliar suavemente y a mantener los poros limpios. Si tu piel es más sensible, busca fórmulas sin fragancias y con ingredientes calmantes como el aloe vera o la manzanilla. 

Es importante limpiar el rostro dos veces al día: por la mañana para eliminar el exceso de grasa acumulada durante la noche, y por la noche para retirar las impurezas, el sudor y los restos de protector solar o maquillaje. 

2. Exfoliación regular, pero con cuidado 

La exfoliación es clave para eliminar las células muertas que pueden obstruir los poros y desencadenar brotes de acné. Sin embargo, es fundamental no exfoliar en exceso, ya que esto puede irritar la piel y empeorar el acné. Una o dos veces por semana es suficiente para mantener la piel suave y libre de impurezas.

Elige exfoliantes suaves con ácidos como el glicólico o láctico, que limpian sin causar irritación. 

3. Hidratación y protección solar 

Después de limpiar y exfoliar la piel, es esencial mantenerla hidratada. La hidratación no solo ayuda a restaurar la barrera natural de la piel, sino que también previene la producción excesiva de grasa que puede contribuir a los brotes de acné. Opta por cremas hidratantes ligeras y no comedogénicas. 

No olvides seguir usando protector solar. Aunque los días soleados del verano hayan terminado, la radiación UV sigue presente y puede dañar la piel, especialmente si está en proceso de recuperación.

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